sábado, junio 25, 2005

Dolores

En lo que va de mi vida, he vivido un sinfin de dolores, físicos, emocionales, mentales, espirituales.
Mis dolores físicos van desde un riñon que durante varios años me mostró, con fuertísimos dolores e infecciones el lugar exacto en que se encontraba en mi organismo, hasta mis ovarios que cada 28 días me hacen llorar; desde mi escoleosis dorsal, hasta mi nervio ciático que en alguna oportunidad me dejó absolutamente postrada por 3 meses; desde mi garganta que con el frío sufre de tos seca hasta hacerme doler los oídos y a veces me hace vomitar incluso, hasta mi omóplato izquierdo que desde hace unos meses se me comenzó a rebelar; desde mi empeine derecho que cuando hay humedad le da por recordarme aquel esguince de hace unos años, hasta mi rodilla que también con la humedad me recuerda una mala caída con la bicicleta y un perro tonto que se me cruzó; desde mi estómago debilitado por tantos años de golosinas y cerveza, hasta mi hígado que con dolores de cabeza fuertísimos se queja cuando como algo pesado; en fin, pa´que seguir, creo que puedo señalar la ubicación exacta de cada órgano, músculo, articulación y lo que sea de mi cuerpo, porque alguna vez se hizo sentir con dolores.
En cuanto a mis dolores emocionales, solo voy a escribir sobre los de a 2, es decir de los de parejas, a los familiares voy a dejarlos de lado por unos años más, quizás más adelante escriba algo sobre ellos, pero por ahora son otro capítulo. Mis dolores emocionales empezaron a los 15 años aproximadamente cuando tuve que dejar a mi primer noviecito, una relación de más de 3 años, él super enamorado y yo super acostumbrada, el dolor de él lo sentí yo también en lo profundo de mi ser y no me lo olvido más; el siguiente novio se convirtió en mi marido, la relación fue hermosa el primer año y luego vinieron 2 uno peor que el otro, él me amaba y yo lo quería mucho pero decidí la separación y también sufrí mucho, pero más sufrí un tiempo después cuando viendo que él había cambiado algunas cosas y que se había dado cuenta de otras cosas que habían estado mal, quise volver y él me dijo que ya no me amaba; mi siguiente amor fue el más fuerte y fue, por primera vez, verdadero amor, pero luego de más de 4 años, hicimos un curso de una técnica transpersonal de regresión y él se rayó un poco y de la noche a la mañana de ese amor inconmensurable que sentíamos quedó una huída de él a otro pueblo y un abandono sin aclaraciones, charlas, lágrimas, ni nada, este fue el dolor más grande, ya no quise vivir y cuando nada me dió resultado, fui a hacer terapia y luego de muchas lágrimas, alcohol y mala vida, pude salir de ese pozo.
Mis dolores mentales son constantes, desde que tengo memoria, vienen cuando estoy agotada de darle vueltas a algún asunto y de ninguna forma puedo parar mis pensamientos, pensar, pensar, pensar, sin parar, sin descanso, sin tregua y lo peor es que soy masoquista porque me duele, pero me gusta tener una cabeza tan activa.
Mis dolores espirituales son quizás, los peores porque una vez que llegaron, sé, que no se van a ir nunca. Lo único que pude hacer hasta ahora es aprender a vivir y convivir con ellos. Son los dolores existenciales, por qué vivir; qué sentido tiene; y si estoy cansada y ya no quiero; por qué tengo que hacer algo, poner energías para que funcione y luchar por eso si siempre en algún momento va a tener un final. Estos dolores están siempre presentes, en los malos y en los buenos momentos de mi vida, forman parte de mí, están agarrados como una garrapata y sé que no me van a dejar jamás. Yo lo veo como un antes y un después y una vez que los ojos se abrieron, ya no se vuelven a cerrar.
En fin, en un mes cumplo 37 años, si miro hacia atrás a ver qué hay, qué viví, veo todos estos dolores, por eso este texto lleva por título dolores.

Escribo porque tengo la vagancia en la boca.